domingo, 21 de septiembre de 2008

COMPLICADO DEBUT DE IMANOL SANCHEZ

SANGÜESA. Fin de feria zangozarra con poco que destacar en lo artístico y, menos, en lo referente a la materia prima lidiada. Para la estadística y para la historia de esta plaza hay que reseñar el debut con picadores de El Maño , también conocido hasta ahora como Imanol Sánchez. El Maño , que tiene 18 años, ha vivido en Pamplona desde muy pequeño hasta los 14 años. Luego, se ha establecido en la localidad aragonesa de Pedrola, aunque su habitual lugar de entrenamiento, bajo la atención de Curro Lamana, es la plaza de toros de Cascante. Es decir, a medio camino entre Navarra y Aragón. La duda de su procedencia la resolvió con elegancia el propio chaval rehiletando sus dos novillos con tres pares con los colores de las banderas de Aragón, de Navarra y de la propia ciudad de Sangüesa, por ese orden. El Maño , pues, en los carteles según reza la ficha de orden de lidia de la Policía Foral, se presentó con los del castoreño enfrentándose a Princesito , marcado con el número 64, negro, agradable de cara, bajo y sin mucho cuajo, de la ganadería de Valdeamor. Al final de su labor fue silenciado tras escuchar un aviso. El debutante mostró, en conjunto, tener buenas condiciones físicas y estar bien trabajado. Dejó una tarjeta de visita en la que destaca su toreo variado y bullidor en los tres tercios. Con el percal sólo pudo esbozar el toreo a la verónica por lo huidizo del tal Pricesito . Nervioso con las banderillas, aunque en el sexto se sacó la espina con un tercio más atinado y espectacular, en el que hubo una simbiosis entre El Fandi, por las carreras y un buen par al violín, y Ferrera, por sus pares al cuarteo anticipándose sin sacar mucho los brazos. Con la muleta se justificó por ambos pitones intentando sujetar al animal. Trazó de arriba hacia abajo y bien colocado los primeros muletazos de cada tanda, pero tuvo pocas opciones de ligazón por lo aquerenciado del novillo. Su segundo no tuvo fijeza y se mostró brusco ante las telas. El Maño tuvo algunos buenos recursos por abajo y mucha voluntad. A sus dos oponentes les recetó sendos espadazos tendidos y con algo de travesía, pero en ambos al primer intento después de encontrar muchas dificultades, como el resto del encierro de Valdeamor, para encontrar la cuadratura en la suerte suprema.
Diego Lleonart topó con un primero colorado, brocho de cuerna y de noble invalidez por su carencia casi absoluta de fuerzas. Lo mantuvo en pie y le aplicó un parón de buena manufactura, pero sin mucha emoción. Mató muy mal. El cuarto fue un manso corretón que protestó en corto recorrido. Lleonart hizo un esfuerzo al hilo de las tablas y se llevó una voltereta y pedazo de descosido en su taleguilla. Navarro no sacó nada del manso escarbador segundo. Al quinto, el menos malo, le realizó la única faena en terrenos ajenos al toril y con tandas completas por ambos pitones. Dio la única vuelta al ruedo.
INFORMACIÓN: DIARIO DE NOTICIAS